martes, 21 de diciembre de 2010

LITERATURA... TATUADA Y CON KALASHNIKOV (I)

A veces la literatura no sólo es distracción. A veces un libro se sumerge dentro de las zonas más oscuras de la sociedad y del hombre, para darlas luz. A veces una lectura resulta incómoda... y a la vez placentera.
Educación Siberiana de Nikolái Lilin escarba en los muchos agujeros pasados y presentes de la sociedad, de los pueblos y de la persona. Todo esto desde un relato que es ficción, pero con fuertes componentes autobiográficos. Lilin cuenta la historia de los urcas, una comunidad siberiana de delincuentes que fueron deportados a la zona de Transnistria (lugar entre Moldavia y Ucrania), una tierra de nadie en la extinta URSS.
A modo de recuerdos y utilizando la memoria personal y colectiva, mezclando realidad y ficción, Nikolái Lilin, un descendiente de esta comunidad, relata el día a día y muchos aspectos de esta particular gran familia. Un pueblo que no se rige, aunque supongo que en parte también, por las reglas del mercado, si no por las suyas propias. No reconocen más autoridad que la de sus ancianos, abogando por valores como la libertad, la justicia, la humildad o la lealtad, en fin, un verdadero código de conducta que les hace ser, según los urcas, ‘criminales honestos’.
No, este no es un libro de buenos y malos, de ‘mafiosos’ contra fuerzas del orden, aquí los esquemas infantiles no valen. La vida es descrita en este libro de una manera distinta, más dura, más clara, repleta de ambivalencias morales y éticas, no siendo esto un impedimento para que el lector llegue a identificarse con el protagonista, incluso en alguna de las escenas más violentas. 
Sí, este es un libro sobre educación, una educación no convencional y propia únicamente de una comunidad, que va transmitiéndose de generación en generación y donde el castigo (que en algunos casos llega a ser la muerte) es aceptado como parte de la enseñanza. Nuestro protagonista se va formando con su familia, con sus amigos e incluso con otras personas no pertenecientes a su entorno pero sí reconocidas por este, en su casa, en el hogar de los más ancianos, en su barrio, en las calles y en la cárcel.
Todo esto (experiencias vividas, pertenencia al grupo...), deja su marca y no sólo en quien las sufre, si no en la piel, a modo de tatuajes. Porque estos no son simples elementos decorativos, si no lenguaje escrito en la piel y enraizado en el alma de quien los lleva.

El ‘aviso a navegantes’ que aparece en la contraportada del libro enunciado por R. Saviano (Gomorra) es bastante claro para comenzar su lectura: “Para leer este libro hay que estar dispuesto a olvidar las definiciones del bien y del mal tal y como las conocemos (...)”.

A.P.P.


Imagen: subkulturas.blogspot.com

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